En nuestra parada ponemos cada vez más énfasis en los productos de proximidad en defensa del producto de calidad y del medio ambiente..
Las políticas comerciales de las grandes superficies y las grandes cadenas de supermercado han potenciado la venta de fruta y verdura de forma indiscriminada de manera que han convertido al producto de temporada en un producto que ha dejado de ser estacional y que se puede adquirir durante todo el año.
Todo ello lo consiguen a través de países cuyas estaciones se contrapongan con las de nuestra latitud, importando productos de distintos países que permiten su puesta a la venta durante todo el año. En una gran mayoría de estos casos todo ello va en detrimento a la calidad del producto final ya que no se tratan de productos sin arraigo autóctono o las técnicas artificiales de conservación y maduración hacen que el producto adolezca de muchas de las propiedades del equivalente de temporada. Obviamente eso también se traduce en consumo de combustibles sólidos y generación de residuos atmosféricos, para su transporte y conservación que están afectando al cambio climático.
En contrapartida con el producto de proximidad obtenemos unos beneficios inmediatos en la calidad del producto nuestra salud y la preservación del medio ambiente. La reducción ostensible entre el tiempo transcurrido entre la recolección y la consumición, de la fruta o verdura hace que las propiedades alimentarias se mantengan casi intactas, en el caso de las frutas las consumiremos en su punto natural de maduración manteniendo así intactas sus cualidades organolépticas.
El impacto medioambiental es casi reducido al mínimo y a que se considera producto de proximidad al que se produce recolectan un máximo de 100 km de distancia del centro de distribución, con lo cual también se potencia la economía local evitando de esta manera el enriquecimiento innecesario de las multinacionales que por cuestiones de distribución y a disponen de países en los que poder vender sus productos, países que por cuestiones climáticas tienen restringidos un amplio abanico de de frutas y verduras.
En cambio países como los de la cuenca mediterránea pueden preservar su producto autóctono sin necesidad de consumir producto que sólo tiene interés comercial para grandes empresas y que poco potencia la economía local.
